Por: Psicóloga Andrea Velasco Casazza
¿Cuántas veces has decidido mentirle a tus hijos porque crees que son muy pequeños para entender y prefieres ocultarles la verdad, pensando que de esta manera los proteges?. Tal vez la respuesta te sorprenderá por el número tan elevado, sin embargo debes tomar en cuenta que ellos son mucho más inteligentes y sensibles de lo que consideras y en todo momento captan lo que sucede a su alrededor.
Los hijos tienen todo el derecho a participar de los temas que forman parte de la familia. Y al final, cuando no se habla con la verdad, se termina por hacer más daño que bien.
Es importante mencionar que todas las cosas que no se dicen, los errores, dramas o dificultades que se presentan en nuestro día a día, son captados sobre todo por los niños. Generalmente, estas complicaciones brotan años más tarde y crean un sentimiento de traición, enojo y desconfianza hacia los padres, lo que puede generar a largo plazo problemas de adaptación social o de carácter.
El “tapar” las vivencias negativas, y hacer como si nada pasara, generan en el niño un sentido de incertidumbre; ellos necesitan vivir una congruencia entre lo que sienten y lo que se les dice.
Cuando no sucede, es posible que se hagan sus propias historias, en ocasiones sintiéndose los culpables.
El hablarles siempre con la verdad, por más difícil o doloroso que sea el tema, los hará a la larga sentirse estables, confiados y seguros, siempre adecuando el lenguaje a la edad del niño; esto se refiere a explicarles la situación a su nivel, de una forma sencilla y neutral.
Debes procurar ser cariñoso y tolerante, ya que ante cualquier reacción ellos necesitan de tu apoyo y cariño para procesar la noticia. Mientras más clara (a su nivel de entendimiento) y participativa sea la explicación, siempre será mejor.
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