Fotografía: Fotojarocha.com / Luis Ayala Alarcón
En la construcción de este sitio, declarado Monumento Histórico, se utilizó coral llamado muca o mucará, debido a que la piedra era traída de Campeche o de La Habana y esto incrementaba los costos. Entre sus funciones estuvo la de Puerto Principal de la Nueva España durante los siglos XVI y XVII, aduana, almacén de mercancías y sobre todo Defensa del puerto ante el posible ataque de piratas.
Este lugar fue descubierto por el capitán Juan de Grijalva (1518), quien llegó con la primera expedición de reconocimiento de las costas hoy veracruzanas y desembarcó en el islote de Tecpan Tlayacac al que bautizó como San Juan de Ulúa, por haber llegado un 24 de junio – día de San Juan Bautista-, porque escuchó pronunciar a los habitantes del lugar que ahí se encontraban las palabras de Ulúa o Colúa.
Casi un año después (21 de abril de 1519), Hernán Cortés tocó tierra firme frente a esta isla y fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Su importancia en la época del virreinato fue tal, ya que era la única puerta de acceso comercial autorizado por la corona española para el intercambio de mercancías, y paso forzoso para quienes buscaban ingresar a la Nueva España.
Por ser un punto estratégico, comenzaron a levantarse construcciones para proteger a la flota de los enemigos y de las inclemencias naturales. Pero fue hasta 1681 que la Junta de Guerra nombró al ingeniero Jaime Franck para que proyectara y construyera la fortaleza de San Juan de Ulúa; y en 1689 el virrey de Monclova aceptó este plan.
Con los años fueron complementándose algunos elementos del fuerte. Sirvió como defensa a las fuerzas españolas durante la guerra de Independencia; las tropas españolas se rinden finalmente en 1825, gracias al bloqueo naval realizado por el general Miguel Barragán.
Cabe señalar que San Juan de Ulúa pertenece al Sistema Defensivo Indiano creado por el rey Felipe II y los ingenieros Bautista Antonelli y Tiburcio Spanochi.
¿Quiénes vivieron aquí?
Durante las primeras décadas del México independiente, la fortaleza se convirtió en prisión. Ahí estuvieron recluidos compatriotas notables: Benito Juárez, Melchor Ocampo, los frailes Servando Teresa de Mier y Melchor de Talamantes. En el gobierno de Porfirio Díaz, la notoriedad de este recinto como prisión aumentó pues en ella se encerró a presos políticos y ciudadanos, el más famoso fue “Chucho el Roto” Jesús Arriaga. Durante la primera parte del siglo XX en su interior funcionaron los talleres del Arsenal Nacional.
En el mandato del Primer Jefe de Gobierno Venustiano Carranza, la fortaleza fue residencia eventual del Poder Ejecutivo de la Unión. El 2 de julio de 1915, por mandato presidencial, dejó de funcionar como cárcel y continuó a cargo de la Secretaría de Marina y Guerra.
En 1962, el presidente Adolfo López Mateos decretó a este sitio como monumento histórico y lo entregó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su resguardo, dependencia que desde entonces se ha encargado de su conservación y difusión.
Las leyendas más famosas
La Mulata de Córdoba. Se trataba de una mujer de sangre negra y española cuya belleza atraía de inmediato a los hombres. Destacaba también por sus conocimientos medicinales, curando enfermedades mortales sólo con yerbas. Además conjuraba tormentas y predecía eclipses. La gente afirmaba que la mulata tenía pacto con el diablo y que por ello poseía poderes mágicos, logrando estar en dos lugares al mismo tiempo. Esta fama llegó a los oídos de la Santa Inquisición, por lo que fue acusada de brujería y enviada a San Juan de Ulúa. Dicen que un día, convenció a un carcelero de darle un trozo de carbón, con el cual la mujer dibujó un barco en los oscuros y húmedos muros de su celda; dando un salto subió a la nave y desapareció. Cuando el carcelero se percató de ello perdió la razón.
Chucho El Roto. Jesús Arriaga era un ebanista que se enamoró de Matilde, hija de un señor adinerado para el cual se encontraba trabajando. Chucho logró conquistar a la muchacha y tuvieron una hija, pero la familia de abolengo le impedía verla, por lo que el pobre hombre no tuvo otra opción más que robársela, comenzando así una vida de ladrón y fugitivo. En todos los periódicos de la época se hablaba sobre las hazañas y robos de Chucho, quien finalmente fue capturado y enviado a San Juan de Ulúa, donde se le obligó a realizar trabajos forzados. Sin embargo, antes de cumplir un año logró fugarse. Jesús fue nuevamente capturado y recluido en la fortaleza e intentó fugarse, pero a pesar de sus múltiples intentos no tuvo éxito. “Chucho El Roto” falleció el 25 de marzo de 1885 debido a los 300 azotes a los que fue sometido por querer escapar. Tras su muerte nació la leyenda.
Ubicación
Camino Escénico a San Juan de Ulúa S/N, Manuel Contreras, 91891 Veracruz, Ver. Abierto de martes a domingo, incluyendo días festivos de 09:00 a 16:30 horas.
Fuente:
http://www.sanjuandeulua.inah.gob.mx
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