En los comienzos de la era eléctrica, un genio singular emergió del tumulto de la innovación: Thomas Alva Edison. Nacido el 11 de febrero de 1847 en Milan, Ohio, Edison creció para convertirse en un prolífico empresario estadounidense e inventor de renombre mundial.
Desde sus primeros años, demostró una insaciable curiosidad por el mundo que lo rodeaba, desmantelando y reconstruyendo todo lo que caía en sus manos.
Su nombre se convirtió en sinónimo de la disputa por la supremacía eléctrica cuando se enfrentó en una épica batalla con Nikola Tesla sobre la corriente directa y la corriente alterna. Edison, defensor acérrimo de la corriente directa, chocó con la visión revolucionaria de Tesla sobre la corriente alterna. Esta contienda no solo se libró en los laboratorios y salas de conferencias, sino que también se extendió a las calles y ciudades de Estados Unidos, donde cada innovador buscaba ganar la adopción generalizada de su sistema eléctrico.
A pesar de la discordia, Edison dejó una huella indeleble en la historia con su invención más emblemática: la bombilla eléctrica. Fue la culminación de años de experimentación, fracasos y perseverancia incansable. Cuando finalmente iluminó su laboratorio en Menlo Park con su invento, no solo encendió una luz, sino también una revolución que transformaría la forma en que el mundo vivía, trabajaba y soñaba.
Aunque su disputa sobre la corriente eléctrica pueda ser recordada como una de sus batallas más célebres, Edison con su voluntad de desafiar los límites se convirtió en un promotor de la innovación.
