Por ing. Hernán Hernández
Una mayor eficiencia energética mejora la competitividad de las compañías. Además, reduce la huella ambiental de una empresa y mejora su sustentabilidad, lo que puede incrementar el valor de la marca. A continuación, se presentan algunas recomendaciones fáciles de aplicar, de baja inversión y altamente eficaces que tanto las empresas como la población en general, pueden poner en práctica para ahorrar energía.
Utilizar las luces sólo cuando sea necesario. Apagar las luces cuando no se necesiten: en las zonas no utilizadas, por la noche, durante los fines de semana. Instalar sensores de movimiento en las zonas comunes y en las que se utilizan ocasionalmente.
Hacer uso de la luz del día tanto como sea posible y elegir colores claros para las paredes.
Limpiar las ventanas polvorientas para permitir que la luz del sol entre en las estancias y despachos.
Limpiar las lámparas y luminarios al menos una vez al año y cambiar estos dispositivos por tecnología LED: duran más incluso que las fluorescentes y consumen menos energía.
Apagar el equipo de oficina como impresoras, computadoras, monitores, fotocopiadoras, cuando no estén en uso, especialmente durante la noche o en los fines de semana. “Una fotocopiadora encendida toda la noche utiliza suficiente energía para producir más de 1,500 fotocopias”. Ajustar el protector de pantalla en modo negro. Seleccionar el modo ahorro de energía en la configuración de los equipos de oficina.
Si bien ciertas acciones requieren solamente de modificar algunos hábitos sobre el consumo de energía, hay otras que necesitan inversión que puede costearse con los ahorros obtenidos en su implementación.
Si la oficina está climatizada, es posible reducir la temperatura 1 grado en invierno y aumentar 1 grado en verano. Esta medida se traducirá en un ahorro de energía de aproximadamente 6%. Apagar los sistemas de aire acondicionado y calefacción durante los periodos de inactividad o en las áreas que no estén ocupadas. Cerrar puertas y ventanas cuando los sistemas de climatización estén funcionando.
Si se tienen sistemas de refrigeración, ajustar la configuración de la temperatura y adicional asegurarse que puertas y ventanas de las áreas refrigeradas estén cerradas.
Tratar de evitar que los equipos de refrigeración se sitúen en zonas calurosas o cerca de equipos que se recalienten. Permitir que el aire circule libremente en torno a las unidades de refrigeración para garantizar una ventilación adecuada.
Limpiar o cambiar frecuentemente los filtros de su sistema de climatización (HVAC); una vez al mes si está situado en una zona industrial con mucha contaminación. Cuando los filtros están sucios el sistema trabaja en exceso para mantener el calor o el frío. Unos filtros limpios mejoran el rendimiento del equipo y las condiciones del lugar de trabajo.
Verificar -si es el caso- que el sistema de aire comprimido está en funcionamiento sólo cuando la planta esté en uso y configurarlo a una presión mínima de trabajo. La reducción de la presión en 0,5 bar se traduce en una disminución del 3.5% en el consumo de energía. Desconectar cualquier sección del sistema de aire comprimido que ya no esté en funcionamiento y detectar la presencia de posibles fugas.
Ser eficiente desde el principio. A la hora de adquirir nuevos equipos, incluir criterios de eficiencia energética. Otra forma es cambiar a equipos de alta eficiencia y a tecnologías que ahorren energía; para México, elegir productos con la etiqueta que muestre el sello FIDE, esto garantiza que ahorran energía y por consecuencia dinero.
Controlar el consumo de energía mediante submedición. Permite elaborar estadísticas de consumo para poder valorar la eficacia de las medidas implementadas. Lo anterior ayuda a modificar las acciones realizadas o bien cambiarlas por completo.
Quiero aprender cómo ahorrar mi energía eléctrica